La economía española mantendrá este año una trayectoria de crecimiento destacada dentro del entorno europeo, aunque lo hará con menos empuje del que se estimaba hace solo unos meses.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha recortado en dos décimas su previsión para 2025 - el primer tijeretazo desde 2023 - , dejándola en el 2,4%, y ha hecho lo mismo con la de 2026, que sitúa ahora en el 1,9%. Aun así, España crecerá el doble que la eurozona y muy por encima de Alemania, Francia e Italia.
La fortaleza interna sostiene el crecimiento
El organismo con sede en París atribuye esta resistencia relativa a la buena marcha del mercado laboral, al crecimiento de los ingresos reales y al ahorro acumulado por los hogares. Todos estos factores están impulsando la demanda interna, que se perfila como el principal motor de la expansión económica en los próximos meses.
La OCDE también destaca el efecto positivo que tendrán los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, así como la bajada de los tipos de interés. Sin embargo, advierte que el impacto podría verse limitado por “los retrasos en la ejecución y las condiciones financieras globales más restrictivas”.
El consumo privado, por tanto, seguirá siendo una de las piezas clave del crecimiento. También se espera que la inversión se recupere, aunque de forma moderada, a medida que se materialicen los proyectos financiados con fondos europeos y mejore el entorno financiero.
El comercio exterior pierde impulso
No todo el panorama es optimista. La ralentización del comercio internacional está pesando sobre las exportaciones españolas, especialmente por la debilidad de la demanda de los socios comerciales europeos y por la imposición de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos.
Los aranceles pueden ser un lastre.
En este sentido, la OCDE señala que “la exposición directa de España es limitada”, dado que los envíos de productos españoles al mercado estadounidense solo suponen un 1% del PIB. No obstante, avisa de que sectores como la automoción, la maquinaria o los productos agroalimentarios sí podrían verse perjudicados por los aranceles adicionales del 10% y del 25% en algunos casos.
Además de las trabas comerciales, la incertidumbre geopolítica y el proteccionismo creciente están deteriorando la confianza de empresas y consumidores, lo que podría lastrar la inversión y reducir las expectativas de crecimiento a medio plazo.
Menos déficit y algo menos de paro
La consolidación fiscal avanza con paso lento pero constante. La OCDE prevé que el déficit público se sitúe en el 2,8% del PIB en 2025 y en el 2,3% en 2026, gracias al aumento de la recaudación y al fin de las medidas excepcionales introducidas durante el pico inflacionario. Entre ellas, destaca la eliminación de los subsidios al transporte público, que concluirán en junio de 2025.
En cuanto al empleo, las previsiones apuntan a una mejora sostenida del mercado laboral. La tasa de paro seguirá descendiendo hasta alcanzar el 10,1% en 2026, lo que consolidaría la tendencia positiva de los últimos años, a pesar del frenazo exportador.
La inflación también se mantendrá bajo control. Se estima que la subida de precios se moderará hasta el 1,9% en 2026, apoyada por el abaratamiento de la energía y los alimentos, así como por la contención de las presiones salariales.
Contexto global poco alentador
El entorno internacional no acompaña. Las previsiones de crecimiento para las grandes economías avanzadas se han rebajado de forma generalizada. Alemania solo crecerá un 0,4% este año, Francia un 0,6% e Italia lo hará al mismo ritmo. Para 2026, sus avances seguirán siendo discretos: del 1,2% en el mejor de los casos.
Prácticamente ningún país vecino se escapa de los recortes en las previsiones de crecimiento.
Europa Press
Estados Unidos tampoco escapa a la corrección. Su crecimiento esperado para 2025 se ha rebajado al 1,6%, mientras que en 2026 no pasará del 1,5%. Incluso China, habitual motor del crecimiento global, crecerá por debajo de lo estimado: un 4,7% el próximo año y un 4,3% en 2026.
A escala mundial, la OCDE recorta sus previsiones al 2,9% tanto para 2025 como para 2026, alejándose de su anterior estimación del 3,1% y el 3%. El endurecimiento de las condiciones financieras y la falta de confianza están pesando sobre el comercio y la inversión, lo que limita la recuperación global.
Presión fiscal y riesgos a la vista
El organismo alerta de varios riesgos que podrían afectar el comportamiento de la economía mundial y, por extensión, la española. Por un lado, la creciente incertidumbre en torno a las políticas comerciales podría traducirse en nuevas barreras que frenen la recuperación. Por otro, la presión fiscal aumenta, en especial por el gasto en defensa, el envejecimiento de la población y la transición energética.
El mayor número de jubilados españoles puede contribuir en que la presión fiscal aumente.
Europa Press
Álvaro Pereira, economista jefe de la OCDE, advierte de que “el menor crecimiento y la disminución del comercio afectarán los ingresos y ralentizarán el crecimiento del empleo”. También apunta a la vulnerabilidad financiera: “Existen riesgos particulares para los países en desarrollo, muchos de los cuales tienen grandes necesidades de refinanciación de deuda en el futuro próximo”.
El aumento de los costes del servicio de la deuda y la elevada valoración de los activos financieros añaden incertidumbre a un panorama ya complejo. Todo ello, en un contexto donde la política económica deberá encontrar un equilibrio delicado entre la disciplina fiscal y el estímulo a la inversión.
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