España discute constantemente sus fallos, pero rara vez se detiene a mirar aquello que sostiene su modelo de bienestarcon una solidez nada desdeñable. Gonzalo Bernardos, economista y habitual analista del panorama socioeconómico, ha querido darle la vuelta a este planteamiento.
En su intervención en laSexta Xplica, dejó clara una convicción que pocas veces encuentra espacio en el debate público: hay tres ámbitos en los que el país no solo cumple, sino que se sitúa por encima de la mayoría.
Las pensiones, una estructura generosa que ahora enfrenta su prueba más difícil
Bernardos fue claro a la hora de valorar el sistema de pensiones. No por sus riesgos a futuro, que los tiene, sino por lo que representa en el presente: "Muchas veces se habla del Estado de Bienestar en España y se le critica. Yo creo que no valoramos lo suficientemente bien tres aspectos. Uno, las pensiones, que son las segundas mejores de la OCDE". Este dato, poco difundido, sitúa al país por delante de gigantes económicos que no siempre alcanzan ese nivel de cobertura en la jubilación.
Según detalló, el sistema español ofrece como primer pago de pensión el 83 % neto del último salario. Solo Turquía supera este porcentaje. Ahora bien, esta generosidad tiene letra pequeña: muchos cotizantes han contribuido como máximo durante trece años y, sin embargo, cobran durante más de dos décadas. "Son muy generosas porque los que han contribuido lo han hecho, como máximo, 13 años y cobran 21 años", matizó.
Este desequilibrio es especialmente delicado ante la jubilación masiva de la generación del baby boom, que amenaza con descompensar el sistema. Los datos que aporta Bernardos son elocuentes: "España tiene, por pensiones, un déficit de 65.000 millones de euros". Y lejos de reducirse, esta cifra va en aumento.
A juicio del economista, la única vía que permitiría ajustar el modelo sin castigar ni a los jubilados ni a los cotizantes más jóvenes es una que genera rechazo de forma transversal: retrasar la edad de jubilación.
Sanidad pública: calidad por encima del ruido
En su repaso por las fortalezas del país, Bernardos colocó en segundo lugar a la sanidad pública. Lo hizo con la misma firmeza con la que suele abordar los grandes retos económicos, aunque en este caso no para denunciar, sino para reconocer: "La sanidad pública, para mí la mejor de Europa". Una afirmación contundente que, aunque pueda parecer osada, encuentra respaldo en indicadores de eficiencia, cobertura y coste para el ciudadano.
La percepción ciudadana, sin embargo, no siempre coincide con los datos. Parte del desajuste entre realidad y valoración social puede deberse al desgaste mediático al que se ha visto sometido el sistema desde la pandemia. La saturación, las listas de espera o la precariedad en ciertos sectores han tenido mucha visibilidad, pero según Bernardos, no deben eclipsar el conjunto.
El hecho de que cualquier persona acceda a atención médica sin desembolso directo en la mayoría de los casos, con una cobertura que incluye desde atención primaria hasta cirugías complejas, sitúa a España en una posición envidiable en comparación con muchos países del entorno.
La universidad pública, un descubrimiento a la inversa
El tercer elemento que Bernardos rescató del olvido colectivo es el sistema universitario público. Para él es importante el contraste que viven los estudiantes españoles cuando salen al extranjero. "La educación pública que, sobre todo en la universidad, los estudiantes ven lo buena que es España cuando van a una universidad extranjera", señaló.
El tercer vértice del triángulo que Bernardos reivindica es la educación, y más concretamente la universidad pública.
Europa Press
Esta afirmación pone en evidencia una paradoja habitual: no se aprecia lo que se tiene hasta que se compara desde fuera. El sistema universitario español, pese a sus carencias organizativas o su burocracia interna, ofrece una formación de calidad con costes muy por debajo de lo habitual en Europa. Y eso lo descubren, a menudo, los propios alumnos cuando se enfrentan a otras realidades académicas.
Asimismo, la estructura pública universitaria española permite a miles de jóvenes acceder a estudios superiores sin que la economía familiar se convierta en un obstáculo insalvable. Frente a modelos donde la deuda estudiantil lastra a generaciones enteras, el caso español se mantiene como una excepción que conviene no subestimar.
Tres aciertos ignorados en un país que se mira con lupa
El análisis de Bernardos no pretende maquillar los problemas del sistema, sino subrayar aquello que se da por hecho y, sin embargo, resulta excepcional si se mira a los vecinos. Las pensiones, la sanidad y la universidad conforman una red de protección que funciona a pesar de los desafíos.
En un país acostumbrado a diseccionar sus fallos, no está de más, según el especialista, detenerse un momento en lo que sí está bien planteado y reivindicarlo.
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