La máquina de hacer dinero de Vladímir Putin está fallando

Tras años de resistencia, la economía rusa se está desacelerando. Así lo revela 'The Economist' en su último análisis, que atribuye el enfriamiento a la caída del petróleo, el ajuste monetario y el agotamiento del modelo de guerra

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El índice MOEX cae un 10 % y refleja la desaceleración económica en Rusia

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Desde Kaliningrado hasta Vladivostok, algo ha cambiado. Un índice de alta frecuencia elaborado por Goldman Sachs, un banco, sugiere que, desde finales del año pasado, el crecimiento económico anualizado de Rusia ha caído del entorno del 5 % a aproximadamente cero (ver gráfico).

VEB, el banco de desarrollo ruso, encuentra tendencias similares en su estimación del crecimiento mensual. Una medida de alta frecuencia sobre el volumen de negocios recopilada por Sberbank, el mayor prestamista de Rusia, ha descendido. Aunque con más cautela, el gobierno reconoce que algo está ocurriendo. A principios de abril, el banco central señaló que recientemente “varios sectores registraron una menor producción debido al desplome de la demanda”.

la gravedad contraataca

Gráfico: The Economist

The Economist

La resistencia anterior de la economía rusa

Las preocupaciones de Rusia llegan tras tres años en los que su economía superó casi todas las previsiones, gracias a una combinación de gasto público masivo,precios elevados de las materias primas y la militarización de la economía. Tras la invasión a gran escala de Ucrania en 2022, los economistas predijeron una contracción del PIB anual de hasta un 15 %.

En la práctica, el PIB cayó solo un 1,4 % ese año, antes de crecer un 4,1 % en 2023 y un 4,3 % en 2024. La confianza del consumidor rozaba niveles récord. A medida que comenzaba a parecer que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, podría darle a Vladímir Putin lo que quiere para poner fin a su guerra en Ucrania, algunos esperaban que la economía rusa se acelerara aún más en 2025.

Transformación estructural

¿Qué hay detrás de esta desaceleración repentina? Destacan tres explicaciones. La primera está relacionada con lo que el banco central de Rusia llama eufemísticamente la “transformación estructural” de la economía. Anteriormente orientada hacia Occidente y abierta a la empresa privada (dentro de ciertos límites), desde 2022 Rusia se ha convertido en una economía de guerra orientada hacia Oriente. Esta transformación ha requerido una enorme inversión, no solo en fábricas de armas y municiones, sino también en nuevas cadenas de suministro que permitan un mayor comercio con China e India (así como una mayor producción interna).

A mediados de 2024, el gasto real en capital fijo era un 23 % superior al de finales de 2021. Esa adaptación, según el banco central, ya está completada. El gasto militar sigue un patrón similar. Julian Cooper, del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), un centro de estudios, estima que este año el gasto militar crecerá solo un 3,4 % en términos reales, una desaceleración drástica frente al aumento del 53 % del año pasado.

Una política monetaria agresiva

Un gasto menor en la “transformación estructural” significa un crecimiento más lento, pero eso no debería preocupar a Putin si libera inversión para usos productivos. “Por extraño que parezca, dadas las realidades macroeconómicas, aún no necesitamos ese tipo de crecimiento”, dijo en diciembre.

El segundo factor es la política monetaria. La inflación en Rusia ha estado por encima del objetivo del banco central, del 4 % anual, durante meses, superando incluso el 10 % en febrero y marzo. Un gasto militar desmedido es una de las causas, pero también lo es la escasez de mano de obra provocada por la movilización y la emigración de trabajadores cualificados.

Inflación contenida, crecimiento en pausa

El año pasado, los salarios nominales subieron un 18 %, lo que obligó a muchas empresas a subir sus precios. En respuesta, el banco central ha endurecido las condiciones. El 25 de abril decidió mantener su tipo de interés de referencia en un castigador 21 %, su nivel más alto desde principios de los años 2000.

Su postura marcadamente agresiva puede estar empezando a dar frutos. Los tipos altos han incentivado el flujo de capital hacia el rublo; una moneda más fuerte, a su vez, abarata las importaciones. Las expectativas de inflación de los rusos para los próximos 12 meses se están suavizando, pasando de un pico reciente del 14 % alrededor del 13 %.

El coste del control de la inflación

Los datos de alta frecuencia sugieren que la inflación está empezando a ceder. El reverso de la desinflación es un crecimiento más lento. En lugar de gastar, los rusos están metiendo su dinero en cuentas de ahorro. Los tipos altos desincentivan también la inversión de capital.

Si esa fuera toda la historia, quizá Putin estaría tranquilo. Para el gobierno ruso, una desaceleración leve y gradual puede ser un precio aceptable si eso permite controlar la inflación. El problema es que la desaceleración no es ni leve ni gradual. Esto se debe a que, en las últimas semanas, un tercer factor ha pasado a dominar por encima de los demás: las condiciones externas se han deteriorado.

Condiciones externas adversas

A medida que se intensifica la guerra comercial con Estados Unidos, las previsiones de crecimiento global se han desplomado y los precios del petróleo han seguido la misma senda. Los economistas están especialmente preocupados por China, el mayor comprador de petróleo ruso. El FMI ha rebajado sus previsiones de crecimiento del PIB chino para 2025, del 4,6 % al 4 %.

La caída del precio del petróleo está causando todo tipo de problemas a Rusia. Ha afectado a la bolsa, donde las compañías petroleras representan una cuarta parte de la capitalización. El índice MOEX, que sigue el precio de las principales 50 empresas cotizadas, ha caído un 10 % desde su último máximo. A medida que disminuyen los ingresos por exportaciones, la bajada del precio del crudo afecta directamente también a la economía real.

Las arcas del Estado ya están notando la presión: en marzo, los ingresos fiscales por petróleo y gas cayeron un 17 % interanual. Y el 22 de abril, Reuters informó —citando documentos oficiales— de que el gobierno espera una fuerte caída en las ventas de petróleo y gas este año. Puede que Trump tenga una actitud favorable hacia Putin, pero con su guerra comercial lo ha dejado contra las cuerdas. ■

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