¿Cobrarás una pensión digna? Esto es lo que dice el futuro del sistema en España

El envejecimiento y los cambios económicos amenazan la sostenibilidad del sistema de jubilación. Expertos debaten si las reformas bastan o si hace falta un modelo mixto para asegurar tu bienestar futuro

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En 2025, el gasto mensual en pensiones ha superado los 13.500 millones de euros, una cifra histórica que, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, representa más del 12% del PIB.

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¿Hay futuro para las pensiones en España? Esta es una de las preguntas que más preocupa a los trabajadores actuales y a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral. La sostenibilidad del sistema público de pensiones está en entredicho debido al envejecimiento de la población, el aumento del gasto y los cambios económicos que afectan directamente a la financiación del modelo actual. En este reportaje analizamos los datos, las reformas, las previsiones de los expertos y las posibles soluciones.

¿Por qué se cuestiona el sistema de pensiones?

El sistema de pensiones en España se basa en un modelo de reparto: los trabajadores en activo financian con sus cotizaciones las pensiones de los jubilados actuales. El problema surge cuando la base de cotizantes no crece al mismo ritmo que el número de pensionistas.

En 2025, el gasto mensual en pensiones ha superado los 13.500 millones de euros, una cifra histórica que, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, representa más del 12% del PIB. Además, la pensión media de jubilación alcanza los 1.450 euros mensuales, mientras que la pensión mínima con cónyuge a cargo supera los 1.100 euros.

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En 2025, el gasto mensual en pensiones ha superado los 13.500 millones de euros

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La presión sobre el sistema es cada vez mayor. Según datos del INE, en 2050 habrá más de 16 millones de personas mayores de 65 años, frente a los 10 millones actuales. Esto significa que, por cada pensionista, habrá menos trabajadores cotizando.

Álvaro Quesada, director de crecimiento de Lightyear, dice que España se enfrenta a una de las transformaciones demográficas más profundas de su historia. Él señala que el envejecimiento de la población, la baja natalidad y la precariedad laboral no son solo la antesala de un problema estructural, sino una amenaza para los pilares del estado del bienestar, siendo el sistema público de pensiones uno de los más sensibles.

¿Qué reformas se han hecho hasta ahora?

En los últimos años se han aprobado varias reformas para mejorar la sostenibilidad del sistema. La más reciente ha sido la de 2023-2024, con medidas como:

  • Incremento progresivo de la edad de jubilación, que en 2025 se sitúa en 66 años y 8 meses (65 años si se han cotizado más de 38 años y 3 meses).
  • Revalorización automática de las pensiones según el IPC, para proteger el poder adquisitivo de los pensionistas.
  • Aumento de las cotizaciones sociales máximas, especialmente para las rentas más altas.
  • Creación del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que supone una cotización adicional del 0,6% para fortalecer el Fondo de Reserva.

Aunque estas reformas han sido bien recibidas por algunos sectores, otros las consideran insuficientes. Economistas como Gonzalo Bernardos o Santiago Niño Becerra advierten que el sistema sigue siendo insostenible si no se adoptan medidas más estructurales y a largo plazo.

¿Qué opinan los expertos?

La mayoría de los expertos coinciden en que el sistema necesita una revisión profunda. No se trata solo de ajustar la edad de jubilación o subir cotizaciones, sino de repensar cómo se financia y a quién se protege.

Santiago Niño Becerra ha sido especialmente contundente: “El sistema de pensiones es inviable tal y como está planteado. O se recortan las pensiones futuras o se aumentan de forma notable los ingresos del Estado”. Según este economista, el problema no es solo demográfico, sino también productivo: la renta del trabajo pierde peso en el PIB, lo que significa que cada vez se cotiza menos en proporción al crecimiento económico.

Por su parte, Bernardos propone complementar el sistema público con un modelo mixto que incluya planes privados obligatorios, como ya existe en países como Suecia o Países Bajos. De este modo, se diversificarían las fuentes de financiación y se reduciría la presión sobre las cuentas públicas.

Según Quesada, el actual modelo de reparto español está sostenido por un frágil equilibrio que depende de una pirámide poblacional que ya ha empezado a invertirse. Él manifiesta que las reformas más recientes, aunque bienintencionadas, han optado por ganar tiempo y legitimidad social, pero han evitado abordar el núcleo duro del problema: su viabilidad financiera a largo plazo.

Hacia un modelo mixto

El director de crecimiento de Lightyear propone una transición ordenada hacia un modelo mixto de pensiones, donde el sistema de reparto público es complementado por pilares de capitalización individual, incentivados por el Estado y apoyados por el sector privado. Él enfatiza que no se trata de sustituir lo público, sino de fortalecerlo diversificando el riesgo. Además, cita a países como Suecia, Países Bajos o Estonia como ejemplos que demuestran que es posible combinar sostenibilidad, equidad y libertad individual.

Además, Quesada explica que estos países ofrecen modelos que pueden inspirar una evolución responsable del sistema español. Él detalla que todos ellos se apoyan en una arquitectura de tres pilares complementarios: un primer pilar público de reparto que garantiza un mínimo de protección social, un segundo pilar obligatorio de capitalización individual o colectiva (gestionado por fondos privados o sectoriales), y un tercer pilar de ahorro voluntario incentivado fiscalmente.

Carlos Sabaté, docente en Deusto Formación en los cursos de Asesoría Fiscal y Tributaria y Contabilidad Financiera, lo tiene claro: “el verdadero reto es que el Estado disponga de recursos suficientes para seguir pagando las pensiones contributivas por jubilación en un futuro cercano”.

Sabaté describe un panorama económico y demográfico que califica como “tormenta perfecta”. Desde su experiencia como formador y analista, advierte que el sistema actual no es viable más allá de una década si no se introducen reformas estructurales profundas. Y lo explica sin rodeos: el modelo español se apoya en un principio de solidaridad intergeneracional, en el que los trabajadores en activo y sus empresas financian las pensiones de los jubilados. “El problema es que ahora hay menos cotizantes y más pensionistas, y esta balanza solo tiende a desequilibrarse aún más”, señala.

Uno de los factores clave, según Sabaté, es el envejecimiento de la población. “La pirámide poblacional se ha invertido: vivimos más años, en promedio 85, lo que significa más años cobrando pensiones”. A eso se suma que la generación del baby boomlos nacidos entre 1960 y 1975— empieza ahora a jubilarse, lo que supone una presión extraordinaria para el sistema.

El docente advierte que la baja natalidad y la escasez de relevo generacional agravan el problema. “Cada vez hay menos trabajadores para sostener a más jubilados, y eso tensiona el equilibrio financiero del modelo”. En este contexto, considera insuficientes las últimas reformas aprobadas por el Gobierno: “son necesarias, sí, pero no bastan para garantizar la viabilidad del sistema”.

¿Qué alternativas hay sobre la mesa?

El debate está abierto, y las soluciones planteadas son diversas:

  • Ampliar el periodo de cómputo para calcular la pensión, pasando de los últimos 25 años cotizados a toda la vida laboral. Esto podría reducir la pensión media, pero aumentaría la equidad del sistema.
  • Impulsar el empleo juvenil y la natalidad, para ampliar la base de cotizantes. Actualmente, España tiene una de las tasas de natalidad más bajas de Europa.
  • Fomentar el ahorro privado con incentivos fiscales, aunque este tipo de soluciones tiende a beneficiar más a las rentas altas.
  • Aumentar la productividad y los salarios, lo que permitiría mayores cotizaciones sin aumentar tipos impositivos.

Cada una de estas medidas tiene pros y contras, y su eficacia dependerá de cómo se apliquen y del contexto económico general.

Sabaté no niega que existan soluciones, aunque advierte que implican un cambio de paradigma. Entre ellas destaca los sistemas de capitalización, en los que las cotizaciones de cada trabajador se vinculan directamente con la pensión que recibirán en el futuro. “Este modelo rompe con el principio de solidaridad del sistema actual, pero introduce una lógica de ahorro individual que podría aliviar la presión del sistema público”, apunta.

Como ejemplo, menciona la “mochila austríaca”, un fondo de capitalización individual alimentado por las empresas, que acompaña al trabajador durante toda su vida laboral. “Si el empleado es despedido, no recibe indemnización, pero puede disponer de ese fondo o guardarlo como complemento para su pensión”, explica. Aunque reconoce que este sistema tiene ventajas y desventajas, sostiene que “con los ajustes adecuados, podría ser adaptado al modelo español”.

¿Qué pueden hacer los trabajadores actuales?

Ante la incertidumbre, muchos trabajadores optan por comenzar a planificar su jubilación de forma individual. La inversión en planes de pensiones privados, productos financieros o inmuebles son algunas de las estrategias más comunes. Sin embargo, estos mecanismos no están al alcance de todos.

Lo que sí es recomendable para cualquier trabajador es:

  • Informarse sobre su situación actual en la Seguridad Social.
  • Estimar su futura pensión y analizar si será suficiente para mantener su nivel de vida.
  • Ahorrar de forma periódica, aunque sea en pequeñas cantidades.
  • Diversificar fuentes de ingresos futuros si es posible.

¿Qué podemos esperar a medio y largo plazo?

El futuro del sistema de pensiones dependerá de decisiones políticas valientes, del crecimiento económico y de cómo evolucione el mercado laboral. La transición demográfica es imparable, y los próximos 20 años serán decisivos para redefinir el modelo.

Si no se adoptan nuevas medidas, la consecuencia más probable será una reducción progresiva del poder adquisitivo de los jubilados, especialmente aquellos con carreras laborales discontinuas, salarios bajos o pocos años cotizados.

¿Se cobrará una pensión digna?

Dependerá no solo de cuánto hayas trabajado, sino también de cómo evolucione el sistema que hoy empieza a mostrar signos claros de agotamiento. Las pensiones seguirán existiendo, pero es poco probable que se mantenga el actual nivel de prestaciones sin cambios profundos. La sostenibilidad requiere reformas estructurales, una economía más productiva y una sociedad que se implique activamente en el debate. Porque no se trata solo de cifras: está en juego la calidad de vida de millones de personas.

Para Sabaté, el debate no puede seguir postergándose. “No se trata de ser catastrofista, sino realista”, advierte. Frente a un sistema que se tambalea por el peso de su propia estructura, el docente pide políticas valientes, pedagogía social y un compromiso transversal. “No podemos seguir tapando grietas con parches. La sostenibilidad de las pensiones requiere una revisión a fondo del modelo”, concluye.

Puntos clave

  • El sistema de pensiones español enfrenta serios problemas de sostenibilidad debido al envejecimiento de la población, la baja natalidad y un número creciente de pensionistas con menos trabajadores activos para financiarlos.
  • Aunque se han implementado reformas recientes (como el aumento de la edad de jubilación y la revalorización por IPC), los expertos coinciden en que son parches y no solucionan el problema estructural a largo plazo del sistema.
  • Expertos proponen una transición hacia un sistema mixto, donde el sistema público se complemente con pilares de ahorro o capitalización individual, similar a modelos ya existentes en otros países europeos.