El último órdago económico de Donald Trump no apunta al acero ni a los coches chinos, sino al celuloide. El presidente estadounidense ha anunciado un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera de Estados Unidos, en lo que representa una expansión de su política comercial agresiva hacia el corazón de la industria cultural global.
El mandatario estadounidense extendió por primera vez su doctrina proteccionista al cine, una industria que, pese a su bandera estadounidense, lleva años internacionalizando sus rodajes, estudios y equipos técnicos.
Con un mensaje en mayúsculas en su red Truth Social, Trump ordenó iniciar "inmediatamente el proceso de instituir" el nuevo gravamen, acompañado de una consigna que no deja margen a interpretaciones: "¡Queremos películas hechas en América otra vez".
Cine como amenaza a la seguridad nacional
Trump enmarcó la medida dentro de su retórica habitual: proteccionismo económico con un barniz de seguridad nacional. Afirmó que algunos países estarían utilizando sus películas como herramienta propagandística para influir en el público estadounidense.
Aunque no especificó a qué producciones se refería ni qué tipo de mensajes le preocupan, el paralelismo con sus restricciones comerciales en otros sectores es evidente. Según declaró, las películas extranjeras suponen "una amenaza para la seguridad nacional", lo que justificaría su penalización arancelaria.
Lo que no se conoce, de momento, es cómo se aplicará el arancel.
La maniobra llega apenas días después de su encuentro en Mar-a-Lago con el actor Jon Voight y su representante Steven Paul. Ambos le presentaron una propuesta para reforzar los incentivos fiscales a la producción audiovisual en territorio estadounidense. Aunque su plan no incluía tasas a películas extranjeras, el presidente introdujo la idea durante la reunión, según confirmaron fuentes cercanas que pidieron anonimato.
Las conversaciones no abordaron detalles técnicos sobre el alcance de la medida, pero Trump salió del encuentro con la idea de aplicar un castigo económico a los títulos rodados fuera del país.
En la práctica, Estados Unidos lleva años perdiendo competitividad frente a países que han construido políticas fiscales más atractivas para los rodajes. Australia, Canadá, Reino Unido o Nueva Zelanda han convertido sus ventajas fiscales en herramientas clave para atraer superproducciones.
Mientras tanto, la producción audiovisual en Estados Unidos se ha resentido: FilmLA estima que los rodajes en el área de Los Ángeles han caído casi un 40% en la última década. Según ProdPro, cerca de la mitad del gasto global en cine y televisión con presupuestos superiores a los 40 millones de dólares en 2023 se realizó fuera del país.
Hollywood, entre la espada y la globalización
La medida abre un interrogante complejo en una industria que opera desde hace décadas con lógicas internacionales. Muchas de las películas más taquilleras de los grandes estudios estadounidenses han sido rodadas total o parcialmente en el extranjero.
Desde Avatar, filmada mayoritariamente en Nueva Zelanda, hasta Vengadores: Endgame, que incluyó localizaciones en Escocia y el Reino Unido, las superproducciones dependen de equipos internacionales, estudios remotos y condiciones fiscales más favorables que las que ofrece California.
Películas aún por estrenar como Los 4 Fantásticos: Primeros pasos, con rodaje en Reino Unido y España, o Jurassic World Rebirth, que incluye escenarios en Tailandia, Malta y los propios Estados Unidos, quedarían en una zona gris si el arancel entra en vigor.
¿Cómo se aplicaría este arancel?
Ni la Casa Blanca ni el Departamento de Comercio han aclarado cómo se aplicará el gravamen. No está definido si se calculará según los ingresos de taquilla, los costes de producción o el país de registro de las empresas implicadas. Tampoco sí afectará a películas ya terminadas pero aún no estrenadas, o solo a nuevas producciones.
Tampoco se ha especificado si el impuesto afectará a películas de estudios estadounidenses con fases de producción internacional o únicamente a títulos íntegramente foráneos.
Trump ha ordenado iniciar un arancel del 100%.
Gtres
En cualquier caso, la aplicación del arancel requerirá una ingeniería normativa que, por ahora, no existe.
China y el contraataque diplomático
La medida llega, además, en un momento en que Hollywood lidia con otro obstáculo: las represalias de China. En abril, China anunció que reducirá el número de películas estadounidenses permitidas en sus salas, como represalia por los aranceles generalizados promovidos por Trump.
La Administración Cinematográfica del país justificó la decisión diciendo que las restricciones "inevitablemente reducirían aún más la favorabilidad del público nacional hacia las películas estadounidenses".
Aunque el gigante asiático no representa el grueso de los ingresos de Hollywood, sí constituye un mercado importante para muchas producciones. Y cada pérdida de terreno en el exterior debilita aún más la posición interna de una industria en retroceso.
La Motion Picture Association, que representa a los grandes estudios, no ha hecho comentarios públicos. Pero sus cifras reflejan el problema: en 2023, la industria generó 2,3 millones de empleos en tierras estadounidenses, un volumen que podría verse alterado si se encarecen las producciones o se cierran mercados de distribución.
Puntos clave
- La imposición de un arancel del 100% a películas extranjeras por parte de Trump busca frenar la deslocalización del cine estadounidense.
- Las producciones de Hollywood operan desde hace años con estructuras internacionales que quedarían penalizadas con esta medida.
- No se han especificado los criterios de aplicación del arancel, lo que deja en el aire el futuro de múltiples estrenos previstos.
- Países como Australia, Nueva Zelanda o China ya han reaccionado, advirtiendo sobre el impacto económico y diplomático del anuncio.