En un contexto de recuperación económica desigual en Europa, el papel de las empresas en el sostenimiento de las finanzas públicas ha cobrado una relevancia inédita. El último informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE), en colaboración con la Tax Foundation, ofrece una lectura estructural de la fiscalidad empresarial en España y su comparativa con el resto de economías desarrolladas. Los resultados no son optimistas: España se sitúa entre los países con mayor presión fiscal sobre las empresas, tanto en términos absolutos como relativos.
El informe introduce un nuevo indicador, la "contribución fiscal empresarial total", que permite medir de forma más precisa el esfuerzo que realizan las empresas. Este índice no solo tiene en cuenta el Impuesto sobre Sociedades, sino también las cotizaciones sociales a cargo del empleador y otros tributos directos e indirectos. La fotografía resultante revela que las empresas no solo pagan impuestos, sino que también actúan como recaudadoras del Estado, canalizando hasta el 89% del total de ingresos fiscales en España.
España, en el podio de la presión fiscal en la OCDE
Según el estudio, España es el cuarto país de la OCDE con mayor dependencia de la recaudación empresarial: el 48,8% de los ingresos fiscales provienen de impuestos sobre la actividad de las empresas, frente al 37,8% de media en la OCDE. En relación al PIB, la carga fiscal empresarial en España asciende al 17,8%, superando a países como Alemania, Países Bajos o Suecia. Aún más significativo es el dato vinculado al Excedente Bruto de Explotación (EBE), donde el esfuerzo fiscal alcanza el 41,6%, por encima del 31% de la OCDE y del 38,8% de la UE.
Contribución fiscal empresarial total en los países de la OCDE
IEE
Una estructura tributaria poco eficiente
Este nivel de carga tributaria tiene implicaciones directas sobre la competitividad y la capacidad de las empresas para reinvertir, innovar o contratar. El tipo efectivo del Impuesto sobre Sociedades, ajustado por inflación, se sitúa en el 23,3%, también por encima de la media europea. Sin embargo, la recaudación que genera este impuesto es inferior a la media de la UE en relación con el PIB, lo que evidencia una estructura ineficiente basada en bases imponibles estrechas y rentabilidades empresariales contenidas.
Cotizaciones sociales y costes laborales: un freno a la contratación
La fiscalidad no termina en los impuestos sobre beneficios. Las cotizaciones sociales a cargo del empleador representan el 25,8% de la recaudación total en España, frente al 17,9% europeo. Esta concentración de la carga en el factor trabajo penaliza la contratación y agrava las disfunciones del mercado laboral. Al considerar la presión fiscal ampliada, que incluye todos los tributos empresariales, España se sitúa un 24% por encima de la media de la UE y un 30% por encima del promedio de la OCDE.
Pymes, grandes perjudicadas por la complejidad normativa
El informe también destaca los elevados costes de cumplimiento normativo. La complejidad del sistema fiscal español es un 16,5% superior a la de la UE, lo que afecta especialmente a las pymes. Para estas, los costes administrativos pueden llegar a suponer casi un tercio de lo recaudado. Este factor, sumado a la alta carga impositiva, lastra la productividad y frena la acumulación de capital.
En este escenario, la fiscalidad sobre los dividendos tampoco favorece la inversión: el tipo efectivo es del 28%, frente al 24% europeo. Esta doble imposición (a la empresa y al accionista) desincentiva el ahorro productivo y limita el desarrollo del mercado de capitales.
Hacia una reforma estructural del sistema fiscal
El IEE advierte de que una estrategia fiscal que aumente aún más la carga sobre las empresas puede tener efectos contractivos: menor inversión, menor empleo y menor crecimiento. Propone, en cambio, una reforma estructural del sistema tributario basada en tres ejes: ampliación de bases imponibles, simplificación normativa y mejora de la eficiencia administrativa. Solo así se podrá avanzar hacia un modelo que combine sostenibilidad fiscal con competitividad económica.
Un sistema fiscal al servicio del crecimiento
El informe concluye con un mensaje claro: el desarrollo del sector privado es imprescindible para sostener el bienestar social. La fiscalidad debe acompañar, no obstaculizar, ese objetivo. En un momento de transición económica y digital, donde la competencia por atraer inversión y talento es global, España necesita un sistema fiscal que incentive y no penalice a quienes crean empleo, innovan y generan riqueza.
Puntos clave
- España es el cuarto país de la OCDE con mayor presión fiscal empresarial, según el nuevo indicador de contribución fiscal total.
- Las empresas aportan directa o indirectamente el 89% de los ingresos fiscales del Estado.
- El tipo efectivo del Impuesto sobre Sociedades en España (23,3%) supera la media de la OCDE y de la UE, pero su recaudación relativa es inferior.
- Las cotizaciones sociales a cargo del empleador representan el 25,8% de la recaudación, frente al 17,9% europeo.
- El sistema fiscal español presenta una complejidad superior al promedio europeo, lo que incrementa los costes de cumplimiento, especialmente para pymes.
- El informe propone reformas estructurales orientadas a ampliar bases imponibles, reducir complejidad normativa y mejorar la eficiencia administrativa.