Kenneth Rogoff, profesor de Harvard: "Lo que te mata no es lo que no sabes. Es lo que crees que sabes y no es así"

El billete verde ya estaba en declive. Donald Trump acelerará el proceso. Así lo revela 'The Economist' en su último análisis, que advierte sobre el impacto de su caótica política comercial, el deterioro institucional y los crecientes retos externos al liderazgo financiero de Estados Unidos

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Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard

Europa Press

“Lo que te mata no es lo que no sabes, sino lo que crees que sabes y no es así”, advierte Kenneth Rogoff, profesor de Harvard. Nada describe mejor el pensamiento obtuso que está detrás del caos que el presidente Donald Trump y su Rasputín comercial, Peter Navarro, han causado en la economía global. Entre las víctimas probables estará el estatus supremo del dólar.

Aunque casi con toda certeza el billete verde seguirá siendo la moneda dominante del mundo al menos un par de décadas más, probablemente bajará varios peldaños. Se espera que el yuan y el euro le ganen terreno al dólar en la economía legal.

El avance de las criptomonedas y el debilitamiento del dólar

Las criptomonedas harán lo mismo en la economía sumergida, que representa aproximadamente una quinta parte del PIB mundial. La reducción de cuota de mercado significará tipos de interés más altos para la deuda estadounidense a largo plazo y un debilitamiento de la eficacia de las sanciones financieras estadounidenses, entre otros problemas. 

Incluso antes de Trump, la dominancia del dólar ya venía en lento declive. Hay muchas formas de medir la huella del dólar en la economía global, como las reservas de los bancos centrales, la moneda utilizada en la facturación del comercio y la denominación de los préstamos internacionales. Una medida particularmente útil es qué moneda toman como ancla o referencia los bancos centrales para su tipo de cambio.

Medición de la dominancia monetaria: el ancla cambiaria

Dado que los bancos centrales nacionales tienen un conocimiento detallado del funcionamiento interno de sus economías y del impacto que tienen en ellas las fluctuaciones del tipo de cambio, la elección de la moneda de referencia puede considerarse una medida general de dominancia. 

Según esta medida, el dominio del dólar alcanzó su pico alrededor de 2015, tras lo cual China comenzó gradualmente a flexibilizar su moneda. Se trataba de un cambio largamente preparado, ya que una economía grande como la china puede experimentar ciclos económicos muy distintos a los de Estados Unidos, y no hay razón para que su banco central baile al son de la Reserva Federal.

El auge del yuan y la respuesta de sus vecinos

Las sanciones estadounidenses a Rusia, incluida la congelación de más de 300.000 millones de dólares en reservas del banco central, también han avivado el impulso de China por desvincularse, ante la posibilidad de un enfrentamiento futuro por Taiwán. A medida que ha evolucionado el régimen cambiario de China, también lo han hecho los de sus países vecinos, dado que China es al menos tan importante como Estados Unidos como socio comercial para la mayoría de ellos.

Como Asia constituye aproximadamente la mitad del bloque del dólar—es decir, las economías que toman al dólar como referencia para gestionar sus propios tipos de cambio—, ya se había iniciado una fragmentación gradual.

Europa, por su parte, también resiente los tentáculos de control que la dominancia del dólar otorga a Estados Unidos; las iniciativas del Banco Central Europeo para establecer una moneda digital de banco central deben verse, en parte, como un esfuerzo por competir de manera más eficaz con el dólar. 

La fragmentación del bloque dólar

Los mayores desafíos a la dominancia del dólar vienen desde dentro, incluida la insostenible trayectoria de deuda de Estados Unidos. Ya está sometida a presión por el inevitable fin de un periodo de tipos de interés reales a largo plazo muy bajos.

Si el caos de Trump sigue socavando el “privilegio exorbitante” del dólar—el descuento en los costes de endeudamiento del que disfruta el gobierno estadounidense gracias a la supremacía del billete verde—, los tipos subirán aún más. 

Otro motivo de preocupación es la creciente disposición tanto de demócratas como de republicanos a cuestionar la independencia de la Reserva Federal (Fed). 

Trump y los riesgos para la independencia del banco central

Los ataques extraordinarios del señor Trump contra la Fed —a la que quiere culpar de la recesión que podrían causar sus aranceles— han llevado las críticas al banco central a un nuevo nivel.

No hay que pensar, sin embargo, que la independencia de la Fed estaría totalmente asegurada bajo los progresistas, quienes quieren que el banco central se enfoque más en el medioambiente, la desigualdad y la justicia social, y que, en última instancia, cree una moneda digital de banco central que drene dinero del sistema bancario privado y dirija el crédito hacia los sectores favorecidos por el gobierno. Trump no inició el declive del dólar, pero probablemente será un acelerador poderoso.

El daño a largo plazo del trumpismo económico

Además de trastocar un régimen comercial global en el que Estados Unidos era un gran beneficiario, está trabajando arduamente para socavar casi todos los pilares del dominio del dólar. Ha reducido con razón la inmigración ilegal —pero tampoco parece tener gran aprecio por la inmigración legal.

Y parece decidido a aplastar la investigación en las principales universidades del país, que durante mucho tiempo han sido una fuente clave de innovación y crecimiento. 
Por encima de todo, el amplio desafío de Trump al estado de derecho debilita el argumento a favor del excepcionalismo del dólar.

La percepción de seguridad en riesgo

Hasta ahora, la confianza en la equidad del sistema judicial estadounidense ha ayudado a convencer a los inversores de que los activos estadounidenses se encuentran entre los más seguros del mundo.

Esto incluye no solo bonos del Tesoro, sino también acciones, bonos corporativos, bienes inmuebles y más. Los precios pueden subir o bajar, pero al menos uno es dueño de lo que posee.

La suerte de EE.UU. se agota

Ahora, si los esfuerzos de Trump por extender enormemente el poder presidencial tienen éxito, los tenedores extranjeros de activos estadounidenses se sentirán menos seguros. 

El gran ajedrecista danés Bent Larsen, cuando le preguntaron si prefería tener suerte o ser bueno, respondió: “ambas cosas”. Los estadounidenses tienden a enfatizar lo bueno que ha sido su sistema, ya que el dólar ha resistido una amenaza tras otra, desde la Unión Soviética hasta Japón, Europa y ahora tal vez China y las criptomonedas.

Errores históricos que favorecieron al dólar

Pero olvidan cuánta suerte ha tenido Estados Unidos a lo largo del camino. Entre otros factores, se incluyen el colapso de las reformas económicas soviéticas de mediados de los años 60 —que podrían haber convertido al país en algo más parecido a la China actual—; el error de Japón al dejarse intimidar en el Acuerdo Plaza de 1985, cuando su marco de política monetaria y sus reguladores financieros aún no estaban listos; y la decisión de la eurozona de incluir prematuramente a Grecia. 

Esta vez, lamentablemente, sí es diferente. A menos que Trump frene su caótica política comercial —podría empezar despidiendo a su Rasputín—, la suerte de Estados Unidos parece estar llegando a su fin. ■

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