La economista Natalia de Santiago compartió un método práctico para resolver una de las dudas más frecuentes en el ámbito doméstico: ¿sale más rentable reparar un electrodoméstico, coche o dispositivo, o conviene más reemplazarlo por uno nuevo? Frente a la tentación de comprar sin reflexionar o de intentar ahorrar a cualquier precio, la experta en la materia sugiere una fórmula clara que permite tomar una decisión económica informada.
Una fórmula sencilla para tomar decisiones complejas
La clave está en hacer un cálculo que considere cuánto hemos amortizado ya del bien que tenemos, cuál sería el coste de arreglarlo y cuánto costaría adquirir uno nuevo. “Hay que pensar en el precio que pagamos por él, cuántos años lo hemos usado, cuántos más lo podríamos seguir usando si lo reparamos y si existe un valor de reventa”, explica la economista.
La fórmula propuesta se estructura en estos pasos:
- Calcular cuántos años se ha utilizado el objeto y dividir el coste inicial entre esos años para obtener la amortización anual.
- Multiplicar esa amortización por los años de vida útil que se espera obtener tras la reparación.
- Comparar esa cifra con el coste actual de un producto nuevo de características equivalentes.
Si la reparación nos cuesta más de lo que costaría adquirir un nuevo producto con esa vida útil, entonces no compensa arreglarlo. En cambio, si el gasto en la reparación es menor que la amortización futura que se puede obtener, la reparación resulta más rentable.
Ejemplo práctico
Para ilustrarlo, De Santiago plantea un ejemplo sencillo: “Imaginemos que un electrodoméstico costó 400 euros y lleva diez años funcionando. Si lo reparamos por 120 euros y esperamos que dure cinco años más, la decisión debe basarse en comparar esos 120 euros con lo que nos costaría un nuevo aparato que dure otros cinco años”.
Si ese nuevo aparato cuesta 300 euros, entonces la reparación es una mejor opción, porque amortizaremos menos por año. Pero si un producto equivalente cuesta 200 euros, quizá conviene renovarlo. Además, señala que también se puede tener en cuenta el valor residual del producto: si se puede vender una vez usado o si el objeto aún tiene algún valor económico. Este factor puede reducir el coste neto de una compra nueva.
Mucho más que números
Aunque esta fórmula permite tomar decisiones más racionales desde un punto de vista económico, De Santiago insiste en que no siempre lo cuantificable es lo único relevante. “No todo se reduce a euros”, afirma. Hay casos en los que, aunque la reparación no sea estrictamente rentable, puede tener sentido por motivos personales, sostenibilidad o comodidad.
Por ejemplo, si un electrodoméstico ya está integrado en la cocina y cambiarlo requiere una reforma mayor, el coste adicional no se limita al producto en sí. Del mismo modo, un coche familiar al que se le tiene cariño puede merecer una reparación extra por el vínculo emocional o la seguridad conocida que ofrece.
Aplicable a todo tipo de bienes
El método puede aplicarse tanto a pequeños electrodomésticos como a automóviles, tecnología o incluso mobiliario. Lo importante es tener una referencia objetiva que ayude a reducir el margen de error y evitar gastos innecesarios.
Además, sirve como herramienta educativa para tomar conciencia del ciclo de vida de los objetos y promover un consumo más sostenible. Al tener en cuenta factores como la durabilidad, el uso real y el mantenimiento, es más probable que las decisiones de compra sean más responsables.
Un enfoque compatible con la sostenibilidad
Este modelo de análisis también encaja con los objetivos de sostenibilidad, al reducir el volumen de residuos innecesarios y fomentar el aprovechamiento de los productos hasta el final de su vida útil real. Reparar no solo puede salir más rentable, sino también más ecológico.
A juicio de la economista, incorporar este tipo de cálculos al día a día familiar ayuda a crear una cultura financiera más saludable. No se trata de dejar de consumir, sino de hacerlo con criterio. “Cada caso es diferente, pero si aplicamos la lógica y los números, evitamos decisiones precipitadas o guiadas solo por la emoción”, concluye.
En un contexto de inflación persistente, precios al alza y mayor incertidumbre económica, fórmulas como la de Natalia de Santiago pueden ser una herramienta valiosa para el ahorro doméstico y el consumo responsable. Saber cuándo reparar y cuándo renovar deja de ser una cuestión de intuición y pasa a convertirse en una decisión informada.
Puntos clave
- Natalia de Santiago propone una fórmula concreta para valorar si compensa arreglar un producto o sustituirlo.
- El cálculo tiene en cuenta el precio original, los años de uso, el valor residual y el coste de reparación.
- Este método permite tomar decisiones racionales y ajustar el gasto a la vida útil real del objeto.
- Aunque el dinero importa, también entran en juego factores emocionales y prácticos, según la economista.