Estados Unidos y China han alcanzado este lunes en Ginebra un principio de acuerdo que puede marcar un nuevo punto de inflexión en la relación económica y comercial entre ambas potencias. Tras un fin de semana de negociaciones de alto nivel en territorio suizo, ambos países han anunciado la suspensión durante un periodo inicial de 90 días de una parte sustancial de los aranceles recíprocos que venían aplicándose desde la escalada comercial de años anteriores. El pacto también ha incorporado, por primera vez, una mención directa a la crisis del consumo de fentanilo en EE.UU., un elemento hasta ahora ausente en las mesas de negociación bilaterales.
Una rebaja de aranceles histórica
Según han detallado en rueda de prensa el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, la reducción arancelaria acordada es significativa. En concreto, las importaciones chinas pasarán de estar gravadas con un 145% a un 30%, mientras que las importaciones estadounidenses a China lo harán del 125% al 10%. Sin embargo, como parte del acuerdo final, ambas partes se comprometen a aplicar un arancel recíproco común del 10%, lo que implica una rebaja del 115% respecto a los niveles anteriores.
“Este acuerdo trata realmente sobre el arancel recíproco impuesto por Estados Unidos el 2 de abril y las medidas de escalada que le siguieron”, explicó Greer. “Todo eso se ha reducido en un 115% al 10% cada uno”.
La decisión se enmarca en una estrategia conjunta para desescalar tensiones y abrir un nuevo ciclo de relaciones económicas. Aunque se trata de un acuerdo provisional, limitado a 90 días, ambas partes han expresado su intención de convertirlo en un marco duradero que permita avanzar hacia un comercio más equilibrado y menos expuesto a la incertidumbre política.
Una conversación inédita sobre el fentanilo
Uno de los elementos más sorprendentes de las conversaciones fue la inclusión por primera vez del tema del fentanilo, una droga sintética cuya crisis de consumo en Estados Unidos ha alcanzado proporciones epidémicas. Jamieson Greer confirmó que se abordó esta cuestión con los negociadores chinos, quienes habrían mostrado un nuevo nivel de comprensión ante la gravedad del problema.
“Hubo un compromiso sorprendente al abordarse la crisis del fentanilo. Era la primera vez que China entendió la magnitud de lo que pasa en Estados Unidos”, señaló Greer, sin entrar en detalles sobre eventuales compromisos adquiridos por Pekín en esta materia. Aunque la tarifa del 20% impuesta a productos relacionados con el fentanilo sigue vigente, Washington considera que la vía de diálogo abierta representa un avance. Según Greer, “el fentanilo va por su propio camino, pero en un camino muy positivo, puesto que estamos manteniendo una conversación muy constructiva con nuestros homólogos chinos”.
Un nuevo canal permanente de diálogo
Como parte del acuerdo, Estados Unidos y China han establecido un nuevo mecanismo para continuar las conversaciones en materia económica y comercial. Este canal estará liderado por el viceprimer ministro del Consejo de Estado de China, He Lifeng, y por parte estadounidense, por Scott Bessent y Jamieson Greer. Se prevé que las reuniones se celebren alternativamente en ambos países o en un tercer Estado, según lo acuerden las partes.
Ambos gobiernos han coincidido en destacar la importancia de una relación comercial "sostenible, duradera y mutuamente beneficiosa". Durante la comparecencia ante la prensa en Ginebra, Scott Bessent afirmó: “Queremos comerciar. Queremos un comercio más equilibrado. Y creo que ambas partes están comprometidas a lograrlo”.
Además, Bessent ha mostrado su esperanza en que, a medida que avancen las negociaciones, puedan alcanzarse acuerdos de compra por parte de China que ayuden a reducir el déficit comercial bilateral, una de las demandas tradicionales de Washington en este tipo de foros.
Un paso simbólico y estratégico
Más allá de los términos específicos del acuerdo arancelario, la reunión entre ambos bloques económicos supone una señal de distensión tras años marcados por medidas punitivas, represalias y recelos mutuos. En la práctica, el pacto proporciona un respiro a las cadenas de suministro internacionales, que en los últimos años se han visto tensionadas por la sucesión de barreras comerciales entre las dos primeras economías del mundo.
En paralelo, el reconocimiento mutuo de la relevancia del vínculo económico bilateral —y su impacto en la economía global— se refleja en el nuevo tono adoptado por ambas partes. El comunicado conjunto destaca que la relación comercial entre China y EE. UU. “tiene un valor estratégico para ambos países y para la estabilidad del sistema económico internacional”.
Próximos pasos
Aunque el acuerdo tiene un alcance limitado por ahora, los analistas consideran que puede marcar el inicio de un ciclo de cooperación más estable entre Washington y Pekín. La duración inicial de 90 días está diseñada para evaluar la implementación de lo pactado y abrir la puerta a una eventual renovación del compromiso.
Los sectores más expuestos a las tensiones bilaterales, como la electrónica, la automoción o los bienes de consumo, podrían beneficiarse en el corto plazo de una mayor previsibilidad en el comercio bilateral. No obstante, persisten interrogantes sobre la profundidad de los compromisos adquiridos y sobre si se trata de un giro estratégico o de una tregua coyuntural.
Puntos clave
- EE. UU. y China acuerdan reducir los aranceles recíprocos del 145% y 125% al 10%, durante un periodo inicial de 90 días.
- Por primera vez, ambas partes abordan la crisis del fentanilo como parte del diálogo bilateral.
- Se establecerá un mecanismo permanente de conversaciones económicas, con reuniones alternas en ambos países.
- El acuerdo podría aliviar la presión sobre las cadenas de suministro y sentar las bases de una cooperación más estable.
- La rebaja arancelaria no afecta al gravamen del 20% sobre productos vinculados al fentanilo, que sigue en vigor.